Al final, la música es lo único que no nos abandona.

En pleno infierno, a los siete años Rhodes se encontró un casete en casa y lo escuchó en su walkman. Era la Chacona de Bach y Busoni. Inmediatamente se convirtió en su refugio. “Fue como si estuviera helado y me hubiera metido debajo de un edredón megacaliente”. Está convencido de que sin ella habría muerto hace años. ¿Cómo puede cambiarle la vida un compositor del siglo XVIII a un niño tan pequeño? Imagina que tienes siete años, ves a Cristiano Ronaldo con un balón de fútbol y te dice, ven a jugar conmigo durante 15 minutos. Eso me pasó con Bach. Supe de repente que era lo que quería hacer. La música le rescató por esa sensacion de confort y esperanza que te ofrece. Si existe algo tan extraordinario, el mundo no puede ser tan malo, concluye. Viniendo de él, no suena tópico. Hay quien lo siente con la pintura o los libros, aunque para mí, como decía Ian Foster, la música es la más profunda de las artes y la que más profundo llega.